Las redes sociales han acabado por copar la vida de millones de personas. Facebook o Twitter, por citar las que todo el mundo cita, acaban siendo extensiones de la propia persona, en una búsqueda de la ubicuidad que, en parte, consiguen, pues al tiempo uno está con su amigo de la infancia de Alicante y con el profesor holandés que conoció en un congreso en Cracovia. Sin embargo, hasta la fecha no conozco colegas que hayan utilizado esta red para hacer grupo con los compañeros de una clase. Las posibilidades ilimitadas de comunicación e interacción bien podían ser aprovechadas por un profesor para crear en facebook el grupo de “Cristalinidad e Impudicia de la materia cuántica”, por ejemplo, y anunciar convocatorias, propuestas de lecturas, vídeos formativos o incluso enlaces a las biografías de la wikipedia de los próceres que hayan indagado en temas de la asignatura. Y digo más: mi alumno Genovevo Pistón me ha introducido en este mundo y –vive Dios- que lo voy a aprovechar. El mail está muerto, vivan las redes sociales. Viva el progreso, viva la interacción. Vivat internet, gaudeamus igitur.