Santiago Niño-Becerra ha sido apodado por algunos como «el profeta de la crisis» en parte por sus ideas sobre la futura y próxima crisis, según afirma, aún está por llegar. Pero Niño-Becerra es mucho más que eso, es uno de los grandes catedráticos de economía de nuestro país, con 25 años dedicados a la docencia y más de siete en los que también trabajó para empresas del sector siderúrgico. Esta semana Actualidad Universitaria ha tenido la suerte de poder hablar con él y repasar sus ideas sobre economía, universidad y nuestra sociedad, unas ideas que no dejan indiferente.

– ¿En qué momento se empezó a interesar por la economía?

Cuando empecé a darme cuenta de que las cosas a nivel social no funcionaban, tenía entonces 17 ó 18 años. Nos decían unas cosas, oíamos unas cosas, pero la realidad era muy diferente, máxime si comparábamos lo que sucedía aquí, en España, con lo que pasaba fura; pero fuera tampoco funcionaban las cosas como se decía.

– ¿Cuál ha sido su mejor y peor momento como profesor?

Como profe he tenido bastantes buenos momentos: todos aquellos en los que una alumna o un alumno, una vez superada la asignatura, me dicen que durante mis clases se han dado cuenta de cosas en las que nunca habían reparado y nadie les había hecho reparar. Malos algunos pero están olvidados.

– ¿Y cómo alumno?

Como alumno recuerdo que tenía una prisa tremenda por acabar la licenciatura que en aquellos tiempos era de cinco años. Claro que la situación entonces era muy diferente a la de ahora. Cuando acabé tenía dos posibles empleos, no cogí ninguno y esperé, y después del verano me salió el que si cogí. Aprendí bastante, me pagaban aceptablemente bien y tuve tiempo para hacer otra especialidad y el doctorado. Un escenario muy diferente al que se encuentra alguien que hoy finaliza sus estudios universitarios.

– Desde su punto de vista, ¿qué le falta a la Universidad, cómo se podría mejorar?

Mejorar la universidad requiere: cambio de mentalidad; fondos y dinero; y orientar, filtrar y escoger a las/los candidatas/os. Es aberrante el subempleo que se da entre las tituladas y titulados españoles, también lo es la precariedad de sus contratos, y la subremuneración de que son objeto. Sobran tituladas/os ‘malas/os’ y faltan tituladas/os excepcionales; sobran personas tituladas en unas profesiones y faltan personas tituladas en otras. Lo que sucede es que tras los estudios universitarios hay mucha política, mucha utilización del colectivo universitario por parte de diferentes sectores, y mucha acomodación por parte de las universitarias y de los universitarios.

– Su carrera empieza en empresas del sector siderúrgico… ¿ha encontrado similitudes con su tarea de catedrático?

Profesionalmente, en el período que me he dedicado a la empresa, básicamente he estado integrado en el subsector siderúrgico; y si, existen similitudes. El acero nace tras un proceso de transformación muy profundo, también muchas chicas y muchos chicos experimentan profundas transformaciones tras su paso por la Universidad.

– ¿Cómo ve a los futuros economistas?

La mayoría de las y de los que ahora están acabando van a encontrarse con un mundo muy diferente al que existía cuando entraron en la Universidad y a un mundo muy diferente al que se refiere lo que les han estado enseñando. Pienso que es absolutamente imprescindible que se reciclen, y que lo hagan más que den lo que deben hacerlo personas tituladas en otros campos.

– ¿Es posible ser economista y no hablar de la crisis?

Absoluta y definitivamente no. La precrisis que hemos estado viviendo desde el 2007 y la crisis que, entiendo ya ha empezado es económica, y social, y de ahí se expande a todos los órdenes de la vida, ¿por qué?, pues porque la economía posibilita o imposibilita todo. Nadie debe ignorar la crisis, pero los economistas pueden decir cosas con mucho más conocimiento de causa.

«Pienso que es cuestión de semanas que se haga evidente el derrumbe»

El año pasado, Niño-Becerra publicó El crash del 2010, donde vaticinaba que este año empezaría una profunda crisis que se podía prolongar hasta 2020, una teoría que tiene cierto paralelismo con el crack del 29. Esta teoría ha tenido tanto detractores como seguidores, pero para que cada lector se haga su propia idea, hemos querido preguntarle sobre ella.

– El año pasado publico El crash del 2010, donde aseguraba que lo que hemos vivido es una pre-crisis y que la crisis está por llegar, ¿en qué se basaba para realizar esta afirmación?

En la formación y en el desarrollo de los acontecimientos. En Septiembre del 2007 se manifiesta un problema: las subprime, las hipotecas basura, que no es más que la parte visible -financiera, claro- del iceberg que forma la problemática que se ha ido generando desde mediados de los 1970s; pero era obvio que la misma naturaleza del problema estaba ocultando lo que de él colgaba. A medida que los meses han ido pasando se han ido poniendo de manifiesto muy lentamente, cierto es (en gran parte porque se oculta a la opinión pública la magnitud del problema), los efectos inducidos e interconectados que esa problemática originaria arrastraba. Bien, pienso que la situación ha llegado a un punto en que físicamente ni pude ser sostenida ni ocultada, por lo que estallará en toda su dimensión.

– También ha dicho que lo que viene no es una recesión convencional, sino una crisis sistémica, ¿por qué cree que sería así?

Un sistema económico y social tan sólo es un puñado de principios filosóficos enmarcados en una estructura, en cada período el sistema se manifiesta en forma de un modelo económico-social-político-cultural, es lo que percibimos y lo que se utiliza en el día a día. Una recesión se produce cuando en el modelo se dan desajustes por diversos motivos, y aunque sus efectos puedan ser puntualmente importantes son solucionables adoptando una o dos medidas concretas. Sin embargo, cuando los modelos se agotan porque la evolución de las cosas hace que ya no sean operativos se producen crisis sistémicas que no son solucionables aunque se adopten muchas medidas: ¿cómo van a arreglar nada medidas que son propias de un modelo que se ha agotado y cuyo agotamiento ha derivado en una crisis sistémica? Momentos así se dieron en 1929, y en 1875, y, pienso, se está empezando a dar ahora.

– Habló de que esta crisis empezaría a mediados del 2010, ¿ya se pueden ver sus consecuencias o aún queda por venir?

Ya se está apreciando que hay temas que cada vez funcionan peor: menos crédito, más impagados, menos consumo, más restricciones institucionales. Pienso que es cuestión de semanas que se haga evidente el derrumbe: la situación es como un vaso lleno de agua hasta el borde: una gota más desborda el contenido.

– Le han puesto el apelativo de «el profeta de la crisis», ¿le gusta este sobrenombre?

Me da igual. Otra de las poquísimas personas que también ha abordado el tema, el Dr. Nouriel Roubini de la New York University, le llaman Dr. Catastrophe, o sea que …

– ¿Por qué cree que el modelo español se ha agotado?

El modelo sistémico vigente en cada momento: el-modo-de-hacer-las-cosas es único en todo el planeta, pero en cada país adopta unas particularidades, particularidades que se traducen en una estructura de PIB característica, de ahí que pueda hablarse de ‘modelo español’, ‘modelo alemán’ …. España tiene una estructura de PIB basada en el medio y bajo valor añadido: construcción, turismo de bajo nivel de ingresos, automóvil de bajo valor añadido, hostelería… Un modelo intensivo en factor trabajo: se crea empleo cuando aumenta el PIB y se destruye cuando aumenta poco o no aumenta, muy baja productividad, reducido nivel de inversión, y dependiente: energía, crédito, importaciones de bienes de capital… Un modelo así pertenece al pasado remoto, y está agotado, y desde luego, no es el camino para afrontar el nuevo período postcrisis.

– ¿Cómo se imagina el mundo en 10 años?

Hablar hoy del 2020, tal y como hoy va el desarrollo de las cosas, era como hablar del año 1320 en el 1200. Dentro de diez años pienso que ya habremos salido de la crisis sistémica en la que hemos entrado, pero el mundo será muy distinto a como hoy lo conocemos o, al menos, la tendencia dibujará una línea muy distinta a la actual. El modelo de protección social pienso que será una mera sombra de lo que hoy es ya que estará muy orientado a la subsistencia. Al primarse la productividad, el desempleo estructural será muy elevado, casi toda la ocupación será temporal y el subempleo muy alto. En todas las economías habrá disminuido el número de empresas, y las corporaciones tendrán un peso enorme, al revés que los Estados cuya importancia, pienso retrocederá. Primará la eficiencia productiva y la optimización en el uso de recursos, por lo que el consumo estará, fundamentalmente, orientado hacia lo necesario. El PIB, pienso, será menor que hoy, aunque el PIB per cápita de quienes generen ese PIB aumentará. En lo social dos grupos -prefiero no utilizar el concepto de ‘clase’ ya que este tiene unas connotaciones sociales y políticas que entonces no se darán- completamente diferenciados: aquellas personas verdaderamente necesarias y otras que no lo serán en absoluto, en el medio una población muy subempleada debido a su escaso aporte de valor y, por tanto, con una reducida remuneración. En lo político, un Gobierno de técnicos que actúen más como administradores y gestores que al modo de los políticos actuales. Lo que decía un mundo muy diferente al que hoy conocemos.

Entrevista semanal de Laura López Gil

Colaboradora de Actualidad Universitaria