Una de antiliberaliberalismo económico
Cuánto lo siento por alguno de los amables lectores de esta esquina. Lo siento porque les respeto, respeto sus ideas y su inteligencia y porque, tras tanto tiempo sin escribir, no es bueno recomenzar con este pequeño alegato. Porque me consta que algunos defienden con pasión las ideas liberales, sobretodo en Economía. Pero qué quieren. La actualidad (y mis ideas), obligan.
Dos pequeños comentarios de noticias de estos días recientes:
1.- Irlanda e Islandia: es lo que pasa cuando dejas a los bancos «libres» y campando a sus anchas.
2.- Irlanda vs. Alemania. Impuesto de Sociedades del 12,5% y actualmente en proceso de rescate por parte de la UE (Irlanda). Por contra, Impuesto de Sociedades superior al 30% y actualmente con crecimiento del 3% del PIB (Alemania)
Después de estas noticias de la actualidad, algo tendenciosas e inductivas (lo sé, y ya lo dice la Lógica y lo decía también Hume: del razonamiento inductivo no se pueden sacar premisas concluyentes), la idea principal que espero desarrollar en alguna futura entrada y que sí es deductiva es la siguiente:
Los mercados no son eficientes. Las personas no somos racionales, somos emocionales. Partir de la base de que los gestores actuarán en un libre mercado de acuerdo a criterios puramente racionales, como si todos fueran réplicas del Dr. Spock, es una equivocación mayúscula y va en contra de nuestra verdadera naturaleza humana. Los gestores, hasta los más expertos y formados, se dejan llevar por las emociones en sus decisiones, cuando no en muchos casos de sus pasiones más bajas. Un mercado liberal es una utopía contraria a nuestra propia naturaleza. Para luchar contra nuestra naturaleza es necesario echar mano de la heurística (del griego, rápido y sucio), es decir, pequeños atajos o cortapisas que nos pongamos a nosotros mismos…como por ejemplo, la auto regulación.
No abogo por el intervencionismo. Dejando intocable piezas fundamentales como la Sanidad, apuesto por los Estados minimalistas (menos es más), pero el neoliberalismo económico utópico sólo puede ser sostenido por utópicos, demagogos, populistas o simplemente, ignorantes oportunistas.
Ademar de Alemcastre
Estoy de acuerdo en muchísimas cosas. Entre otras, que la culpa no es de “los mercados”, sino del que pone las reglas a los mercados. Hay reglas buenas y malas. La regla irlandesa de bajar los impuestos fue buenísima, porque atrajo empresas punteras y personal extranjero de elevado intelecto, elevado poder adquisitivo y elevadas ganas de consumir producto irlandés. La legislación irlandesa en materia de suelo y urbanismo es, del mismo modo que la española, malísima, y otro tanto podríamos decir de la bancaria. Por qué? Pues porque generó una construcción desmedida y unas normas crediticias de plastilina. Lo mismo que aquí. Y ojo, que el rescate a Irlanda no es para tapar agujeros del Estado, sino para cubrir el dinero que han tenido que inyectar a los bancos. La responsabilidad del problema bancario irlandés no es una negligencia presupuestaria del Gobierno, sino una negligencia legislativa.
Dicho esto, bienvenido. 🙂
Gracias P!
Intentaremos volver a la tecla después de este período de inactividad que al menos no ha sido en balde pues se ha rellenado de lecturas sugerentes y conversaciones con gente de distintas sensibilidades. Todo un ejercicio de aprendizaje en vena. A ver si fructifican en alguna entrada interesante 😉
¡La Negligencia legislativa es incluso mucho peor que la negligencia presupuestaria (ya que los Presupuestos siempre se pueden reestimar)! Lo de los políticos irlandeses con el tema de los Bancos es de una irresponsabilidad extrema. Lo malo, lo de siempre, es que lo va a pagar el pueblo.
La historia siempre se repite, y como decía Carlitos, la primera vez es una tragedia, las siguientes son una farsa.
Me ha gustado. Muy bueno lo de los estados minimalistas y lo de que somos emocionales y no racionales. ^^
Gracias LDeA. Cada vez estoy más convencido de ello y lo veo más claramente en todos los ámbitos, desde las grandes decisiones macroeconómicas hasta las pequeñas operaciones domésticas del día a día.