UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS

– El acto académico forma parte de las celebraciones del 50 Aniversario de ICADE

La Universidad Pontificia Comillas ha investido doctores honoris causa a Jay B. Barney y a Antonio Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos, en un acto académico que forma parte de las celebraciones del 50 Aniversario de ICADE. Los padrinos de los nuevos doctores fueron Paloma Bilbao, Jefa de Estudios de Ciencias Empresariales Internacionales (E-4) y profesora de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (ICADE), y Antonio Obregón, Vicerrector de Ordenación Académica y profesor de la Facultad de Derecho (ICADE).

El profesor Jay B. Barney es catedrático de management y recursos humanos en el Fisher College of Business, de la Ohio State University (Estados Unidos), donde preside la Chase Chair for Excellence in Corporate Strategy (Cátedra Chase de Excelencia en Estrategia Corporativa). Ha desarrollado una brillante carrera profesional en la docencia y la investigación en las áreas de dirección estratégica y management, campos en los que ha aportado una visión humanista, muy diferente a la de la mayoría de sus colegas académicos. Este enfoque especial para abordar los problemas que plantean las distintas áreas de dirección empresarial, además de su labor docente e investigadora, han contribuido a hacerle merecedor de innumerables reconocimientos: es uno de los autores más citados en la literatura sobre dirección estratégica y management, ha recibido dos doctorados honoris causa por universidades de gran prestigio en este campo, como la Lund University (Suecia) y la Copenhagen Business School (Dinamarca), y colabora estrechamente con organizaciones estadounidenses e internacionales, ejerciendo el papel de consultor experto en las áreas en las que desarrolla su trabajo.

Paloma Bilbao aseguró que las enseñanzas de Barney quedan reflejadas en el título elegido para su laudatio: De cómo las personas hacen empresas y de cómo la empresa hace personas. «La esencia que he extraído de la lectura de sus trabajos es que las personas, sus habilidades, aptitudes y actitudes, su experiencia, personalidad y valores, hacen únicas a las empresas en las que estas personas se implican y por esa razón son clave en el éxito de éstas», aseguró. La profesora Bilbao hizo un repaso por la carrera docente e investigadora del nuevo doctor y recordó cómo dio la vuelta al precepto sostenido por grandes economistas, que él mismo admiraba, y que afirmaba que la supervivencia de una organización dependía de la estructura competitiva de su industria y del mercado; Barney demostró que un buen rendimiento empresarial se acompaña de unos valores muy concretos, poniendo el peso en el lado de las personas. La cultura corporativa es, por tanto, un recurso de valor para la empresa, poco frecuente y difícilmente imitable por los competidores. «En esencia, las aportaciones del profesor Barney nos ayudan a comprender que la economía y el management, lo cuantitativo y lo humano, pueden y deben convivir en la gestión de las empresas, y nos invitan a pensar que la idiosincrasia distintiva de la empresa es la clave de su éxito», resumió.

La lección doctoral pronunciada por Barney, «Competencia y rendimiento empresarial superior», intentó responder a por qué algunas empresas obtienen mejores rendimientos que otras, en una situación competitiva similar, gracias a que son más capaces de satisfacer las necesidades de los clientes, una cualidad muy difícil de imitar. «La mayoría de las empresas con las que trabajo se enfrenta a numerosos competidores y a una amenaza constante de nuevas entradas. La colusión táctica y la implantación de barreras a la entrada no son estrategias viables en estos sectores. En su lugar, necesitan centrarse en cualquier capacidad valiosa, escasa y costosa de imitar», afirmó. Barney considera que el rendimiento superior sostenido, fruto de esa capacidad que es propia de las personas, es demasiado importante para que sólo recaiga en la dirección, aunque concedió que «de todos los factores de producción en la economía, el único factor verdaderamente difícil es un liderazgo de gran calidad».

Antonio Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos es catedrático de Derecho Civil en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Decano del Colegio de Abogados de Madrid desde 2007, Vicepresidente del Consejo General de la Abogacía Española y electo académico numerario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Licenciado (1974) y doctor en Derecho por la Universidad Complutense (1976), obtuvo el premio extraordinario de licenciatura y el premio nacional de fin de carrera al mejor expediente académico y el premio extraordinario de doctorado. Hernández-Gil ejerce la actividad docente desde 1975, dando clases en la UNED y la Universidad de Santiago de Compostela, de la que también fue catedrático. Además, es abogado en ejercicio desde 1974, en las especialidades de Derecho Civil y Mercantil y en Arbitraje y pertenece a los consejos de administración de Repsol YPF y Barclays Bank. Éste es el primer doctorado honoris causa que recibe.

Hernández-Gil es, en palabras de Antonio Obregón, un preclaro jurista, un eximio hombre de letras y una persona polifacética, de acción y de bien, razones que han servido a la Facultad de Derecho para proponer la concesión del doctorado honoris causa. En su laudatio, Obregón afirmó que, como jurista y representante de profesionales del derecho, el profesor Hernández-Gil «ha exhortado a los abogados a que adquieran un grado de compromiso con los más desfavorecidos por las desigualdades de este mundo que supere las propias exigencias de la defensa jurídica, alcance cotas progresivas de responsabilidad y los convierta en líderes de la paz social». En referencia a su cargo al frente de los abogados de Madrid, Obregón aseguró que el grado se le concede «por lo que él es y también por lo que representa, y que con él se dedica igualmente un homenaje a la profesión de abogado, al abogado que profesa el Derecho como oficio y sitúa como rumbo a la Justicia».

Hernández Gil, dedicó su lección doctoral al Derecho y los derechos del hombre en el siglo XXI, y comenzó diciendo que los juristas, acostumbrados a moverse en las coordenadas del Derecho, saben que sus actuaciones deben servir siempre a la sociedad y al ideal de justicia. «No hay contradicción posible: entre el interés de un cliente y el interés general de la justicia, es éste el que tiene que prevalecer», sentenció. Para él, no son suficientes las máximas clásicas, el buen sentido y la función social de la abogacía: «A veces hace falta un punto de vista todavía más libre, o simplemente más elevado, para tratar de cumplir con ese ejercicio de nuestra responsabilidad social dirigida a la búsqueda de las bases conceptuales de una sociedad más lúcida, más solidaria y más justa que la que resulta de la mera defensa de nuestras leyes, país a país, en cada tiempo; una sociedad mejor que la que tenemos desde el punto de vista de la equidistribución de nuestros recursos, del bienestar social y de la exclusión de la iniquidad», dijo.

En su discurso, el Rector, José Ramón Busto, SJ, dio la bienvenida al claustro a los nuevos doctores y felicito a las facultades de Ciencias Económicas y Empresariales y de Derecho por la iniciativa «con la que, al tiempo que celebran su quincuagésimo aniversario, se enriquecen y se prestigian gracias a vuestros merecimientos y a la excelencia de vuestra trayectoria». Para el Rector, tanto la centralidad de la persona como la búsqueda de la justicia en las relaciones entre los hombres, especialmente las económicas y laborales, valores defendidos por Barney y Hernández-Gil, dan sentido al esfuerzo de los profesores y a la formación de los alumnos de ICADE. «Al sumar hoy el prestigio de vuestra trayectoria académica y profesional a nuestra labor, os convertís también en acicate para nosotros», concluyó.