La soberanía del Mar de la China Meridional ha sido un tema de constante controversia entre los países limítrofes China, Taiwán, Filipinas, Malasia, Brunei, Indonesia y Vietnam. La disputa no vendría motivada sólo por cuestiones nacionalistas o geográficas, porque se trata de una zona de gran tránsito comercial y, además, se sospecha que posee reservas de gas y petróleo.

Mientras que China persigue una solución multilateral, Filipinas ha dado un paso adelante y ha propuesto someter la controversia al arbitraje del Tribunal de Derecho Marítimo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El ministro de Asuntos Exteriores, Alberto del Rosario, ya ha elevado su proposición a su homólogo chino. El gobierno de Estados Unidos, a pesar de haber manifestado no tener interés en formar parte del problema, se ha postulado a favor de Filipinas.

El caso del Mar de China es otro ejemplo de cómo el arbitraje puede aportar una resolución eficaz y, sobre  todo, neutral a un conflicto. Como es natural, ninguna de las naciones implicadas está dispuesta a someterse a la legislación del resto. Desde la imparcialidad de un tribunal compuesto por expertos en Derecho Marítimo, se podría buscar una solución equitativa. Por otro lado, para lograrlo es imprescindible que las partes acepten este procedimiento. Algo que parece improbable de momento en el caso de China, a quienes algunas voces acusan de seguir una táctica de división de opiniones para obtener el mayor beneficio posible.

La Asociación Europea de Arbitraje (Aeade), instituyó a finales de 2010 el Comité de Arbitraje Marítimo y de Transporte, un panel formado por árbitros, académicos y juristas de reconocido prestigio mundial. El objetivo del Comité es solucionar, mediante el arbitraje y/o mediación, los potenciales conflictos que puedan surgir en la industria marítima, del transporte y del comercio internacional que las partes afectadas quieran someter a su decisión.

Fuente: Reuters