UNIVERSIDAD DE NAVARRA

– Una experta en diseño de espacios educativos aboga en la Universidad de Navarra por “entornos más flexibles y exteriores”, ante la pandemia

“El planteamiento urgente ahora es reconocer qué actividades deben tener lugar en la escuela y cuáles podrían desarrollarse online”, afirmó la directora de Rosan Bosch Studio (Dinamarca), experta en el diseño de espacios educativos. “Esto no solo contribuiría a liberar espacio en las escuelas -haciendo un uso más flexible de los metros cuadrados disponibles- sino que también motivaría al alumnado”.

“Les daría”, añade la especialista, “la oportunidad de ser más responsables sobre cómo aprenden. De hecho, ha habido muchos casos de éxito de docentes que han dado más libertad a los estudiantes y han confiado en su capacidad de aprender aun de manera remota”.

Rosan Bosch ha participado en el curso de verano “Espacios de aprendizaje: diálogo entre la arquitectura y la educación”, organizado por la Escuela de Arquitectura y la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra y que ha contado con 34 asistentes de forma virtual.

En relación a la oportunidad que puede suponer la necesidad de adaptar los espacios escolares a raíz de la pandemia, la arquitecta y diseñadora holandesa considera que la experiencia vivida “nos ha permitido experimentar las ventajas del aprendizaje online y el teletrabajo”.

Para muchos alumnos, según dijo, ha implicado tomar responsabilidades de su propio aprendizaje. “Hemos comprobado, también, que no necesitamos compartir el mismo espacio para recibir una clase magistral aunque, al mismo tiempo, hemos sido más conscientes que nunca de la importancia del espacio físico para cierto tipo de aprendizaje, para la colaboración y la co-creación, para aprender de los demás y ejercitar las capacidades socioemocionales de los estudiantes”.

La estructura tradicional de las aulas: ni motivadora, ni eficiente y ni flexible

Para la directora fundadora de Rosan Boch Studio, la estructura tradicional en las aulas es poco motivadora, poco eficiente y poco flexible: “Cuando los alumnos están en las aulas, desaprovechamos el espacio de pasillos, cafetería o patios, y viceversa. Necesitamos entornos más flexibles, que permitan al alumnado reunirse en grupos pequeños y grandes, trabajar distanciados o reunidos, según sea necesario”. Para ello en su estudio apuestan por un gran espacio abierto en el que el mobiliario diferencie el entorno: “Esto motiva al profesorado y al alumnado, al darles más responsabilidad para que aprendan cómo aprender mejor, y en qué entorno físico”, añade la experta.

Por otro lado, Rosan Bosch subraya que uno de los grandes aprendizajes de la crisis ha sido la importancia del exterior: “Los entornos exteriores constituyen una gran oportunidad para aprender, en clases de Biología, para activar el cuerpo o en asambleas en el patio. Además, sabemos que no hay nada peor para la propagación del virus que un espacio cerrado y mal ventilado”.

En este sentido, los entornos diferenciados -aquellos en los cuales los estudiantes cuentan con lugares para presentaciones, espacios para colaborar y reunirse, laboratorios y talleres, etc.-, que ya eran fundamentales para acompañar en el proceso de aprendizaje de cada alumno antes de la COVID, “ahora facilitan la transición del espacio físico al espacio virtual. Y es que no sabemos cómo evolucionará la pandemia, pero lo que sí sabemos es que entornos flexibles serán de gran ayuda, sea cual sea el futuro”.