UNIVERSIDAD DE BARCELONA
El 26 de diciembre de 2008, un violento temporal afectó a buena parte de las costas del norte de Cataluña, causando pérdidas humanas y económicas. Fue el fenómeno meteorológico registrado más extremo de los últimos 25 años en el Mediterráneo noroccidental, con vientos de fuerza inusual, desde el golfo de Génova hasta el litoral catalán, y olas de hasta 14 metros. Este episodio, de carácter excepcional -se calcula que se produce uno cada 125 años-, también dejó su huella en los ecosistemas marinos, afectando a las comunidades biológicas costeras y alterando los ciclos de transferencia de materia y energía hacia los grandes fondos marinos, tal y como describe ahora un nuevo artículo publicado en PLoS ONE resultado de una investigación dirigida por el catedrático Miquel Canals, jefe del Grupo de Investigación Consolidado (GIC) de Geociencias Marinas de la UB.
Todavía no se conoce bien cuál es el impacto de fenómenos naturales extremos como las grandes tormentas sobre los grandes fondos marinos, que albergan el conjunto de ecosistemas más grande y desconocido del planeta. «La idea de que los grandes fondos marinos son regiones permanentemente en calma es falsa. Hay una potente conexión entre los fenómenos atmosféricos y la transferencia de materia y energía hacia los grandes fondos marinos, con unos impactos más fuertes de lo que se había creído hasta ahora», explica Miquel Canals, miembro del Departamento de Estratigrafía, Paleontología y Geociencias Marinas.